A partir de la década de 1950 el valle del Urubamba
sufría profundas transformaciones con el establecimiento de centros misionales
católicos y evangélicos y de las primeras escuelas. Hacia éstas empezaron a
bajar desde las cabeceras de los afluentes a ambos lados del Urubamba –de manera
voluntaria o forzosa- las familias matsigenka. Con ello quedaron despejadas
algunas zonas de cabecera anteriormente ocupadas principalmente por Matsigenka
dando lugar a un reacomodo demográfico. Este mismo proceso ocurrió en los afluentes
derechos del Urubamba, ríos Camisea (con centros evangélicos) y Timpía (con
centros católicos). A fines de la década de 1960, desde la misión de Timpía, en
la confluencia de este río con el Urubamba, los misioneros dominicos
consideraron oportuno establecer un puesto en el medio Timpía donde habitaba la
población nanti. Para establecer este puesto misional los misioneros dominicos
trasladaron río abajo a niños y mujeres nanti, de manera forzosa, desde
asentamientos nanti en el río Chingateni. A juzgar por los relatos de
pobladores del actual asentamiento de Montetoni, recogidos por Beier y Michael
(1998) las interacciones que los Nanti tuvieron con los padres Dominicos y sus
ayudantes Matsigenka coincidieron con una época en que, a lo largo de
aproximadamete 10 años, todos los asentamientos de la zona del alto Timpía
sufrieron de brotes múltiples de enfermedades respiratorias y de diarrea que
resultaron en la muerte de muchos de sus familiares. Según los Nanti que
experimentaron estos brotes, las enfermedades llegaron repentinamente y pasaron
de un asentamiento al siguiente, de los asentamientos río abajo hacia los de
arriba. En poco tiempo estos brotes ocasionaron miedo intenso por la cantidad de
muertes a que dieron lugar. Cuando aparecían los síntomas de estas nuevas enfermedades
los habitantes de los asentamientos adoptaban la estrategia de huir al monte en
grupos pequeños para tratar de evitar el contagio y esperar a que pasara la
enfermedad. Según los sobrevivientes de estos brotes, esta era la única
respuesta eficaz a estas epidemias. Es difícil calcular el número o porcentaje de
muertes en esta época, pero el impacto de epidemias en esta época ha dejado sus
huellas en la actual estructura poblacional nanti. A decir de quienes eran
adultos durante estas epidemias, hubo entonces una gran cantidad de muertes en
cada asentamiento: Dicen también que esta época resultó en una transición entre
un pasado en que habían relativamente muchos Nanti, y un presente, en que su
población es mucho más reducida. Intentando un cálculo aproximativo a partir de
estas observaciones impresionistas se podría decir que las muertes ascendieron a
entre de 30% a 60% de la población. Para aislarse de los misioneros, los Nanti se
marcharon y poco después los dominicos cerraron el puesto y trasladaron al
resto de la población hacia abajo a la localidad que se conoce como Gavilán
(Iwakichá, en idioma nanti y Pakitsaari en idioma matsikenka).
Mientras estuvieron en el puesto de los dominicos,
los Nanti tuvieron acceso a herramientas, las que circularon luego por los diversos
asentamientos del alto Timpía (Beier y Michael, 1998; Espinoza y Huertas,
2003). El agotamiento de este primer stock del que las familias se habían hecho
dependientes habría coincidido con el momento en que algunas familias nanti se
encaminaron al Camisea en 1985, aprovechando una ruta que habían explorado
anteriormente. El móvil de este desplazamiento habría sido el buscar refugio
ante el temor de ser atacados. El otro factor que habría influenciado el
traslado del Timpía al Camisea habrían sido las noticias de presiones de otros
grupos nanti desde las cabeceras del Timpía. Ya en el alto Camisea, las
agrupaciones nanti fueron desplazando progresivamente sus asentamientos río
abajo donde pudieron establecerse sin dificultad gracias al hecho de que los
Matsigenka, antiguos habitantes de esa región, ya no ocupaban permanentemente
esas tierras como resultado de un enfrentamiento anterior con pueblos panohablantes
(comunicación personal, L. Michael, junio 2003). Poco después, en 1987 los
Nanti trabaron allí relaciones amistosas con el maestro matsigenka que había
sido el artífice del traslado de Tayakome (en el Parque del Manu) a Segakiato
en 1970, quien les dio acceso a nuevas herramientas. Entre 1985 y 1991 los
grupos migrantes mantuvieron un patrón de residencia disperso y móvil, pero para
1991-2 la mayor parte de las agrupaciones nanti del Camisea se habían reunido
en el asentamiento de Montetoni (Beier y Michael, 1998). El patrón de
asentamiento en el alto Camisea fue inicialmente muy inestable, con
cambios frecuentes de localidad y la población dispersa
en varios pequeños asentamientos. Ya en Montetoni, otro profesor matsigenka procedente
de la comunidad de Chokoriari en el bajo Urubamba –Silverio Araña- indujo y
forzó una serie de cambios en los patrones de asentamiento, matrimonio,
vivienda y alimentación y sometió a los Nanti a una situación de dominación
cultural, económica y política que duró más de un lustro. Tras una creciente
que inundó algunas chacras (1996) el profesor Araña alentó el establecimiento de
un nuevo asentamiento nucleado río abajo, Malanksiari, para tener facilidades para
comerciar algunos productos. Con él se trasladaron algunas pocas familias y la
escuela en medio de una situación conflictiva. El profesor fue luego expulsado
de este asentamiento acusado de violar a varias mujeres y niñas. Dos años más
tarde esta escuela también cerró sus puertas aunque se conserva su creación
administrativa.
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